"Fundamentos, situaciones de enseñanza y aprendizaje, temas de interés educativo y todo lo que quieras compartir sobre tu experiencia docente."

lunes, 28 de octubre de 2013

Otra vez finalistas!



"Para Educar con Amor" es otra vez finalista en el concurso de Edublogs que organiza la Universidad de Buenos Aires.


Tenemos el agrado de informarles que el blog Para educar con amor  ha sido seleccionado como finalista en la Categoría Blogs Individuales / Maestros Primarios del concurso de blogs educativos organizado por la Universidad de Buenos Aires en el marco de la 7º edición del Premio UBA. En total, se recibieron 221 inscripciones.

Les comentamos que  Sebastian Espiño, docente e investigador de la Universidad Nacional del Comahue y Gerente de Proyectos de TN.com.ar y Ciudad.com en la Compañía de Medios Digitales, Vanina Berghella, periodista especializada en Social Media ideóloga del blog "La Propaladora" y los profesores Daniel Suarez de la Facultad de Filosofía y Letras, Mariana Landau de la Facultad Ciencias Sociales y Norma Alejandra Carbone de la Facultad Arquitectura Diseño y Urbanismo; evaluarán los blogs finalistas teniendo en cuenta los siguientes criterios generales: Cantidad, calidad  y relevancia de los contenidos y temas publicados; Organización general; Integración del blog como medio de aprendizaje; Recursos utilizados para la integración de TICs; Incentivo a la creación de comunidades; Fomento a la participación y el debate; Utilización del blog como herramienta de comunicación interna; Utilización del blog como herramienta de comunicación externa y Resultados obtenidos.

Los resultados de la evaluación, 1º Premio y dos menciones, serán difundidos a fines de noviembre en www.uba.ar y la entrega de premios se realizará en el mes de diciembre.


¡Gracias UBA por habernos reconocido nuevamente como candidatos para participar, es un verdadero honor!


viernes, 25 de octubre de 2013

Lectura comprensiva

Enseñar a Leer Textos de Estudio


Por Marta Marín

Licenciada y profesora en Letras, UBA, especializada en Lingüística. Profesora asociada e investigadora de la UBA. Docente del Posgrado en Constructivismo y Educación, y de la Maestría en Cognitivismo y Educación, Flacso; y de la Cátedra Unesco, Universidad Nacional de Córdoba. Autora de numerosos libros.



"Para restituir a los alumnos las habilidades en el ejercicio de comprender y producir textos académicos será necesario desarrollar en ellos las capacidades
de discernir entre diferentes lecturas, de aprehender y de generar conceptos."

En cierta ocasión, estábamos revisando carpetas de trabajo de alumnos de quinto grado, y encontramos que una de las hojas correspondientes al área de Ciencias Sociales contenía lo que parecían ser respuestas a un cuestionario, asombrosamente bien redactadas y con un léxico ajustado. Pero cuando leímos los trabajos de producción de textos en el área de Lengua, de ese mismo alumno, aparecía un enorme desconocimiento del formato y de la organización textual, así como de la sintaxis y uso general del lenguaje. La causa de esa diferencia entre un escrito y otro residía en que para responder el cuestionario de Ciencias Sociales sólo había bastado encontrar en el libro de estudio el fragmento correspondiente y copiarlo como respuesta. Es decir que en esas respuestas que el alumno había escrito en su carpeta no existía ninguna reformulación de lo que había leído, nada que revelara que entre texto y lector se hubiera producido algún tipo de interacción cognitiva; no había ningún indicio de apropiación y transformación del conocimiento.

Este caso es dolorosamente común; este tipo de lectura “extractiva y reproductiva de datos” (Marin y Hall, 2007), en general se repite frecuentemente a lo largo de la vida escolar, y culmina en lo que se conoce como analfabetismo académico. Esto es: la carencia de habilidades para interpretar y producir los textos que circulan en los ámbitos académicos. En efecto,
las instituciones universitarias y terciarias (los llamados “estudios superiores”) están comprobando desde hace un tiempo que los alumnos
tienen serias dificultades para la formulación de ideas por escrito y también constatan las numerosas interpretaciones erróneas de los textos de estudio. Y esto es tan así, que el tema de la alfabetización académica se ha instalado desde hace algunos años en foros, congresos y simposios de Educación, de Lectura y de Lingüística.

El propósito de este trabajo es que los actores de la educación primaria y secundaria también lo consideren como un tema que les atañe. No se trata de que en la escuela primaria y en la secundaria se enseñen a leer los textos universitarios, sino que se trata de que los docentes y los alumnos de esas escuelas tomen conciencia de que el lenguaje es la materia prima, por así decirlo, del conocimiento.
No hay ideas, no hay conceptos sin lenguaje. Y sin trabajo con el lenguaje no hay apropiación de los conocimientos. Pero además, el manejo del lenguaje, la interpretación y la producción de los textos, no se adquiere de una vez y para siempre, sino que es un trabajo constante que debe ser desarrollado continuamente en todas las áreas y niveles.

Por lo tanto, hay muchos conocimientos acerca del funcionamiento del lenguaje en los textos de estudio, de la organización de éstos y de sus “modos de decir” que tendrían que ir adquiriéndose a lo largo de la escolaridad obligatoria.
Es cierto que cada nivel de educación tiene que formar a sus lectores de acuerdo con las exigencias y las expectativas de ese nivel y que por ende, los estudios superiores no pueden esperar que los niveles anteriores de la educación sean los que den a sus alumnos formación sobre las disciplinas y los géneros académicos superiores. Pero también es cierto que en esos niveles superiores no se debería estar impartiendo conocimientos elementales acerca del uso del lenguaje en los textos de estudio. Es decir que los alumnos ingresantes a la universidad o a los estudios terciarios deberían haber adquirido conocimientos lingüísticos que les sirvieran como herramientas interpretativas.

Los casos como el que se relata al comienzo de este artículo no pueden adjudicarse a la pereza ni a la incompetencia de los maestros, ni mucho menos de los alumnos, sino al hecho de que la escuela supone –en general– que una vez aprendidos los “mecanismos” básicos de la lectura y de la escritura, éstos son sufi cientes y aplicables a todo tipo de situación y/o texto.
Hay también otra creencia generalizada, y es que la literatura debe ser la lectura principal y privilegiada en la escuela. Correlativamente, esto implica, a su vez, que la lectura de literatura infantil habilita para la interpretación de cualquier otro tipo de texto.

La alfabetización básica no alcanza para leer los textos de estudio

 Leer para aprender implica interpretar el sentido de lo que se lee, relacionarlo con otros conocimientos previos –por banales o rudimentarios que estos pudieran parecer– contrastarlos, comprobar o no contradicciones, producir cambios, confir maciones o ampliaciones conceptuales, es decir que leer debería producir una transformación del conocimiento  y no una mera reproducción. Se trata de desarrollar la capacidad de aprehender y de elaborar conceptos y no solo de extraer datos y mostrarlos como una garantía de conocimiento, porque esa actividad no es signifi cativa desde el punto de vista cognitivo; esto es: no produce cambio conceptual, no se modifican los esquemas conceptuales del sujeto lector, y por lo tanto constituye un pseudo aprendizaje.
Lo único que realmente está garantizado por esa forma de leer es el olvido de esos datos, sean estos la definición de triángulo equilátero, la conjugación del pretérito imperfecto del subjuntivo o las fechas de la presidencia de Sarmiento.
A partir de los 9 ó 10 años (ofi cialmente, pero bien puede ocurrir antes), los alumnos
de las escuelas primarias deben comenzar a “estudiar”. Por primera vez el texto de estudio (ya sea en forma de libro o de fotocopias) es obligatorio o por lo menos se hace necesario.
Los niños deben leer y estudiar, pero a muy pocos maestros se les ha enseñado, a su vez, que esta es una actividad muy diferente a la de leer textos de literatura infantil, que son aquellos que se suelen leer en el primer ciclo de la escolaridad, cuando se empiezan a desarrollar las habilidades de leer y de escribir. (Continuará...)